¿Aliada o distópica?
Vivimos en una sociedad donde la tecnología está profundamente integrada en nuestras vidas. Ciertos dispositivos como los ordenadores, los teléfonos móviles y las tablets son solo algunos de los ejemplos de cómo la tecnología se ha convertido en un pilar fundamental de nuestro mundo, hasta el punto de ser considerada imprescindible por muchos de nosotros.
Sin embargo, surge una pregunta bastante controvertida: ¿la tecnología nos beneficia o nos perjudica? La realidad es que ha traído tanto aspectos positivos como negativos, por lo que es necesario analizar cuál de ellos predomina para poder contestar a la pregunta.
En primer lugar, la tecnología ha generado muchos problemas, entre ellos:
- El "phising": una técnica de ciberataque utilizada para engañar a las personas y hacer que revelen información confidencial.
- La falsificación de identidad: un delito que implica la suplantación de la identidad de otra persona con el objetivo de cometer fraudes o engaños.
- O incluso, el peligro que acarrean las redes sociales, al compartir información personal con gente que no conocemos.
Estos problemas son algunos de los muchos que podemos encontrar, que evidencian cómo de inseguro pueden llegar a ser los aparatos tecnológicos si se les da un mal uso.
Aunque, a pesar de todos estos riesgos, la tecnología también ha aportado enormes beneficios a la sociedad:
- Un claro ejemplo de ello es Neil Harbisson, quién nació con acromatopsia (una condición que le impide ver los colores). Pero, gracias a un implante tecnológico, hoy es capaz de percibir los colores a través de los sonidos, lo que le permite experimentar el mundo de una manera completamente nueva. Imagínate, que por primera vez, ves los colores de los ojos de tus hijos o pareja, los colores de tu ropa, el verde césped o algo tan simple como el azul del cielo. O al revés, imagínate nunca poder verlos ¿qué harías? ¿te pondrías el implante?
- Os presento también el caso de Moon Ribas, una mujer que tiene un sensor sísmico implantado en el brazo que le permite sentir terremotos en tiempo real. Lo que nos da a pensar que la tecnología no puede ayudar solo al cuerpo humano sino también a la humanidad, ayudando a la gente a salvarse y provocar el desalojo de la zona antes de una catástrofe natural.
Por otro lado, no todo avance tecnológico es necesariamente positivo, aunque a simple vista parezca que sí. Más allá de los beneficios individuales, es muy importante cuestionarnos hasta qué punto estos avances pueden alterar la naturaleza humana.
En el caso de Neil Harbisson, su antena conectada directamente a su cerebro le ha llevado a identificarse como un cyborg, lo que plantea el siguiente dilema: ¿estamos dejando de ser humanos para convertirnos en seres artificiales? Esta línea entre lo natural y lo tecnológico es muy fina casi invisible, lo que nos obliga a reflexionar sobre el verdadero significado de ser un humano o ser considerado como tal: ¿siguen siendo humanos o tan solo son cyborgs? ¿hasta que punto eso ya no te hace ser humano?
Sin hablar del gran problema de tener algo implantado en tu cerebro, ya que tener un dispositivo en la cabeza significa depender de un sistema que podría fallar o estar controlado por quienes lo diseñaron o lo implantaron. ¿Podrían estos avances ser utilizados para acceder a nuestros pensamientos o controlar nuestras aptitudes? ¿Vamos a poder vivir con tranquilidad si esto se expande?
Es cierto que estos avances pueden ofrecer cosas maravillosas, como devolver la vista a personas ciegas o el oído a personas sordas. Sin embargo, hay ciertos límites que podrían llevarnos a una sociedad distópica si no se regulan adecuada y correctamente. Por ejemplo, sentir terremotos a través de un implante es increíble pero también nos puede hacer cuestionarnos qué otras capacidades podrían desarrollarse en el futuro y cómo esto podría afectar a la nuestra vida como sociedad. Imagínate que haya personas que puedan sentir si hay personas cerca ¿cuántos delitos podrían cometer sin ser detenidos?
La tecnología es una herramienta muy poderosa que ha trasformado a pasos agigantados nuestra sociedad, tanto para bien como para mal. Sus avances nos han permitido superar límites humanos inimaginables y mejorar la calidad de vida, pero también han generado riesgos que no pueden ser ignorados. Por ello, la clave está en encontrar un equilibrio entre aprovechar sus beneficios sin perder la esencia que nos hace ser humanos ni permitir que ese desarrollo escape de nuestro control.
Por tanto, nuestro futuro dependerá de cómo decidamos utilizar la tecnología ¿será una aliada o el inicio de una distopía?
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